martes, junio 14, 2011

Cuestión de liderazgo

Stephen Covey presentó recientemente su visión del liderazgo en la era del conocimiento y los desequilibrios que se producen en las organizaciones cuando continúan siendo gestionadas según los principios de la era industrial.

En su ponencia, Covey partió de la percepción de un cierto malestar común a un gran número de empresas y corporaciones. Para él, los resultados de investigaciones y estudios recientes muestran una preocupante falta de liderazgo y de propósito, así como el convencimiento de que los empleados poseen mayor creatividad, recursos, inteligencia y talento del que requieren sus funciones actuales o de las que incluso pueden llegar a utilizar.

Este desequilibrio permitió a Covey entrar en uno de los conceptos clave de su presentación, los paradigmas o modelos a partir de los cuales funcionan las empresas.

Estamos ante un gran número de empresas que, según Covey, continúan guiándose por los principios de la era industrial, ignorando que nos encontramos ya en la era del conocimiento. Las personas continúan considerándose como un centro de coste que hay que controlar por medio de un jefe que debe motivar y controlar externamente.

En cambio, para Covey, las organizaciones deben percibirse como liberadoras del talento de sus empleados, poseedoras de una cultura propia que será la que realmente gestione la organización. Se trata pues de una situación preocupante que demuestra tener una relación directa con la cuenta de resultados.

Covey propuso una ruta hacia el liderazgo en base a la capacidad de llevar a los individuos hacia un objetivo. Ello implica, obviamente, la necesidad de un propósito, pero también de unos principios. El líder adquiere así, una autoridad moral en contraposición a la autoridad formal de un modelo autoritario.

Los cuatro imperativos de los grandes líderes en este nuevo paradigma, se cifran en:

Alinear sistemas.

Liberar talento.

Clarificar el propósito.

Inspirar confianza.

De este modo, los líderes deben ser promotores de una cultura organizacional que sirva de autorregulación.

En el centro del sistema se encuentran los individuos y en el fondo permean los principios que Covey desarrolló en su obra: Los siete hábitos de la gente altamente eficaz y, concretamente, su octavo hábito, el liderazgo.

A modo de conclusión, Covey hizo hincapié en un modelo de líder que impulsase modelos organizativos alineando sistemas y objetivos de la organización y del individuo, liberando el talento que los individuos esperan desarrollar en su trabajo en un clima de confianza que dotase, entre otras cosas, de fluidez y capacidad de ejecución a toda la actividad de la organización. En definitiva, un nuevo paradigma para una nueva era en las organizaciones.

Fuente: HSM

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