jueves, marzo 17, 2011

Las Actitudes del Talento

Para hacer honor al título de este artículo, el talento debería de ser una Actitud puesta en valor. Es decir, demostrar de alguna manera esa disposición de la Dirección de las Organizaciones sobre una de sus funciones clave ahora y en los próximos años que es la Gestión del Talento.

Por ello, propongo en este post desarrollar nuestras actitudes sobre el Talento desde el punto de vista de nuestra aproximación a las mismas preguntándonos ¿Qué? y ¿Cómo pensar? sobre este vital asunto.

En este sentido y a modo de recordatorio, son la cultura de empresa y las personas los factores que movilizan y generan el cambio y no la tecnología u otro tipo de recursos; por lo que si ya sabemos las actitudes que hay que demostrar y ponemos en práctica las líneas maestras de la gestión del talento estaremos contribuyendo a maximizar esa aportación de nuestro capital humano.

En consecuencia, pensemos que podemos “revisar nuestras actitudes”. Sugiero dos direcciones. La primera, ¿tenemos realmente una cultura de empresa orientada a una verdadera gestión del desempeño? El eje sobre el que se debe desarrollar el talento es un adecuado sistema de gestión del desempeño en el que se desarrolle de forma continua un proceso de orientación, fijación de objetivos, clarificación, revisión de resultados, Feedback, Coaching, seguimiento y sentido de lo que uno hace(“que no sea un acontecimiento aislado una vez al año y por cubrir el expediente”); dónde se haga realidad esa máxima de alinear los objetivos empresariales con los resultados que generan las personas logrando al mismo tiempo un entorno atractivo para el desarrollo profesional y posible para el desarrollo del potencial (talento).

La segunda, es la credibilidad. La Dirección de las Organizaciones dicen que se toman en serio la consistencia y coherencia entre lo que se dice que se va a hacer y lo que se hace. Todos podemos levantar la mano porque alguna vez nos han prometido cosas y nunca se cumplieron o se cumplieron a medias o se hizo otra cosa. ¿Qué pasó entonces con aquellas expectativas ya generadas que quedaron frustradas? La situación actual con despidos, EREs, la congelación de las contrataciones y de los salarios son las medidas de contención del gasto y cortoplacistas pero pensando en el medio y largo plazo, ¿se podrían haber tomado otras medidas? Seguro que si. En mi opinión, la percepción sobre la credibilidad de la Dirección está en entredicho.

Sobre este punto, sugiero una pregunta de reflexión, ¿sabemos por qué nuestros empleados creen y confían en la gente en la que creen?

Javier Eizaguirre

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