lunes, julio 26, 2010

¿Qué tal si hablamos de tus intereses? Una idea clave para motivar equipos

Que la motivación es importante en el liderazgo de equipos es una realidad indiscutible. Son muchos los estudios que demuestran que existe una relación directa entre motivación y satisfacción y, entre satisfacción y resultados en el desempeño profesional. De hecho, son muchas las empresas las que establecen programas para motivar (Estudio Sodexo “Análisis del estado de los incentivos en España 2010″).

Sin embargo, hacemos muchas cosas para motivar pero, en ocasiones, con algunas personas, no lo conseguimos. ¿Alguna idea al respecto?

Seguramente todos nosotros conocemos muchas de las famosas teorías de la motivación: Maslow, Herzberg, X/Y de Mcgregor, etc. Se trata de modelos que dicen lo que hay que hacer para conseguir la satisfacción de las personas basándose en que todas las personas necesitamos una serie de cosas a lo largo de nuestro desarrollo y que estas cosas se pueden agrupar en categorías. Sin duda, estos modelos y estas experiencias han supuesto un gran avance en la gestión de las organizaciones.

Es cierto que las necesidades pueden seguir un patrón común en todas o, al menos gran parte, de las personas y, en este sentido, estaría justificado utilizar las mismas técnicas y acciones de motivación para satisfacerlas. Sin embargo, lo más habitual es que las personas, aun estando en el mismo nivel de necesidades de la pirámide, se encuentren con las pilas más o menos cargadas con lo que, sus niveles de motivación son diferentes.

Por esto, acciones que aparentemente deberían motivar a un grupo de personas por igual, no llegan a provocar el mismo impacto en unos y en otros. Surge aquí el quid de la cuestión de la motivación. El factor realmente diferencial de la motivación es la capacidad de satisfacer las necesidades individuales.

En muchas ocasiones aplicamos una “motivación general” para satisfacer “necesidades individuales” y, lógicamente, no obtenemos el resultado que previamente esperábamos.

Lo que nos motiva a cada uno de nosotros no es lo mismo en todos los casos. Mis motivos para tomar acción son distintos a los tuyos y distintos a los del resto. ¿Por qué me muevo yo?, ¿para qué me muevo yo?. Seguramente si formulamos esta pregunta a diez personas y tratamos de profundizar en el detalle, obtendremos diez ideas diferentes.

Si aceptamos esta realidad, lo cierto es que el líder eficaz, el padre eficaz, el profesor eficaz y cualquiera que pretenda ser eficaz a la hora de dirigir y liderar equipos tendrán que hacer un análisis individual de cada persona para conocer cuáles son sus motivaciones específicas. Tendrá que descender al detalle.

Y, ¿cómo?, ¿cómo descender hasta el terreno de las necesidades individuales? La respuesta a esta pregunta es simple pero no sencilla: hablando con cada uno de los miembros del equipo. Preguntando, escuchando y observando.

Ya solo el hecho de que hablemos con las personas sobre sus intereses, sus preocupaciones, sus planes y sus objetivos, supone en sí mismo una acción de motivación y nos permitirá, además, diseñar nuestra forma de relacionarnos con cada persona para conseguir las más altas cotas de satisfacción, que se traducirá en proactividad, confianza, pertenencia y productividad.

Establece una cultura de la motivación en tu organización y fomenta las relaciones individuales entre líderes y personas. Dedica tiempo a conocer a tu gente y obtendrás los mejores resultados corporativos.

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