Un espacio que es útil para mejorar tus conocimientos en liderazgo, estrategia, marketing y gestión.
miércoles, diciembre 30, 2020
Innovación en las empresas pymes para generar valor
martes, diciembre 29, 2020
¿Cómo lograr un liderazgo efectivo para que las empresas PYMES sean más competitivas?
Además, dicha revolución va acompañada de un mundo en que todo es volátil, incierto, cambiante y ambiguo, así que todo debe transformarse sino se corre el riesgo de desaparecer por las cambiantes condiciones del mercado, el impacto de la tecnología y las diferentes expectativas de las cinco generaciones que conviven en el actual mercado laboral.
Todos estos son los factores que han contribuido al gran cambio ocurrido en las organizaciones de todo el mundo.
Debido a ello, el liderazgo asume una particular importancia porque es una de las competencias más valoradas por las Empresas PYMES.
Así, los líderes deberán desarrollar nuevas habilidades y conocimientos con una mirada mucho más intensa hacia las necesidades económicas y de la sociedad.
Deseos de éxitos!!!
Rodolfo Salas
lunes, diciembre 28, 2020
Feliz 2021
"Que se cumplan todas tus expectativas laborales y personales", les desea Rodolfo Salas!!!
domingo, diciembre 27, 2020
Laberintos, espejos, big data y otros emergentes de la "economía borgeana"
Jorge Luis Borges Fuente: LA
NACION
A principios de los años 70, Herbert Simon era una eminencia
académica reconocida en distintas áreas en las que fue precursor, como la de
comportamiento, la de inteligencia artificial y hasta la de economía de la
atención. Simon recibió por entonces una invitación a viajar a Buenos Aires por
parte de la Sociedad Argentina de Organización Industrial (Sadoi) y puso una
condición para aceptar el convite: conocer en persona a Jorge Luis Borges.
El encuentro tuvo lugar en la Biblioteca Nacional. Dos
señores de más de 50 años, con traje oscuro y hablar pausado, conversaron sobre
temas de enorme relevancia medio siglo más tarde: los alcances de la
inteligencia artificial y la ciencia de datos, a pesar de que ninguno de los
dos tenía una educación formal al respecto. A Simon le llamó la atención el
grado de afinidad con la lógica y la matemática en Borges, quien durante la
charla reconoció la influencia en su obra de la Introducción a la
Filosofía Matemática, de Bertrand Russell. En una Buenos Aires conmocionada
por los crímenes de Robledo Puch y que escuchaba los primeros discos de Pappo's
Blues, la crónica de este encuentro de titanes apareció resumida en la revista
Primera Plana. Simon obtuvo el Premio Turing (uno de los máximos
reconocimientos en computación) en 1975 y el Nobel de Economía en 1979.
Falleció en Pittsburg en 2001.
La historia de esta cita es una de las varias referencias a
la economía que aparecen en Borges, big data y yo, el último libro
de Walter Sosa Escudero, publicado semanas atrás por Siglo XXI para la
colección Ciencia que ladra, que dirige Diego Golombek. Aunque
dista de ser un ensayo sobre economía (el tema central es la obra borgeana), a
Sosa Escudero le ocurrió algo parecido a lo que dice la canción Out of
the ghetto, de Isaac Haynes: "Te saqué del gueto, pero no pude sacar
al gueto de adentro tuyo". Lo cual explica por qué, en el collage de
laberintos, brújulas, mapas, infinitos y algoritmos que es Borges, Big
Data y Yo, aparecen "objetos" claramente económicos, como el
gasto público, el desempleo o la Asignación Universal por Hijo, además de
personajes claves de la profesión como Esther Duflo o Angus Deaton, o los
vernáculos Rolf Mantel, Daniel Heymann o Julio Olivera, entre otros.
En la economía (y en otras disciplinas también) se da un fenómeno
curioso: hay muchos exponentes con los mejores pergaminos, logros académicos y
solidez técnica, pero que por distintos motivos no se las arreglan tan bien a
la hora de contar historias. A veces piensan que simplificar temas complejos
para la divulgación o los medios es rebajarse, temen la crítica de colegas o,
simplemente, no están interesados comunicar sus ideas. En otro conjunto
aparecen economistas que son brillantes contadores de historias y metáforas,
empáticos en los medios, pero con pergaminos técnicos más dudosos.
Sosa Escudero, colaborador frecuente en Álter eco, es uno de
esos casos raros y muy excepcionales que están en la intersección de ambos
mundos. Fue elegido varios años mejor docente en Udesa y en la Universidad de
Illinois, recibió los premios Konex y Houssay, es investigador del Conicet y
publicó trabajos en el Journal of Econometric y Econometric
Theory y expresidente de la AAEP. Y, además, tiene un perfil de
divulgador exitoso: su penúltimo libro Big Data (el de tapa
verde chillón) va por la sexta edición. En un año pésimo para la industria
editorial se convirtió en un suceso de ventas en la categoría de no ficción con
un tema a priori árido (la ciencia de datos).
En Borges, big data y yo retoma el mismo
tono (y para no perder la costumbre, el color chillón de la tapa, esta vez
naranja). La obra de Borges, el autor argentino que nunca ganó el Nobel (al
igual que Kafka o Joyce) no tiene un portal definitivo de entrada sino una
infinidad de ventanas, pasadizos y claraboyas de ingreso a un universo al que,
una vez conocido, no se puede ni se quiere abandonar.
"Como pasa con el Hotel California en
la canción de los Eagles", dice Sosa Escudero, que apela tanto a
referencias de la economía como del rock clásico y del heavy metal de los
cuales es fanático. En septiembre y octubre alternó el pulido del libro naranja
con una crónica sobre el último trabajo de Metallica que le pidieron de la
disquería Zivals.
Babel económica
Entre estas "claraboyas de entrada" el libro elige
al cuento Funes el memorioso, un muchacho que puede recordarlo
todo, y a quien reproducir los sucesos de un día le toma? ¡24 horas! Funes
reniega de cualquier resumen, de la estadística y, si vamos al caso, de la
ciencia. Funes no creería en ninguna encuesta, no aceptaría la medición del
desempleo o la pobreza, no por "estigmatizantes" sino por
improcedentes: para él, ninguna muestra es representativa a menos que se trate
del todo. Las mediciones (el desempleo, el producto bruto interno, el dólar,
etcétera) son el ABC de la economía diaria, y en ninguna de ellas creería
Funes.
Las analogías entre este cuento clásico y la nueva economía
de datos son tan potentes que llevaron a Stephen Stigler, profesor de Chicago,
a afirmar que "Big data es Funes sin Estadísticas". La frase tuvo un
impacto inmediato y causó un revuelo en la profesión, que Xiao Li Meng,
director del Departamento de Estadística de Harvard, aprovechó para lanzar un
nuevo curso titulado "Irineo Funes y Big Data".
La Biblioteca de Babel es otro cuento
fundamental en las "Data-Borges". Trata sobre una biblioteca
universal que contiene todos los libros, los que ya existen, los que se podrían
escribir. El gran problema con la biblioteca de Borges es que el que busca,
encuentra. Lo cual advierte que, en tiempos de big data, buscar sin premisas
claras es una actividad peligrosa, máxime cuando no es posible distinguir
causalidades de meras casualidades. Así, el libro muestra cómo los datos
sugieren una correlación espuria entre el gasto público argentino y la
audiencia de la serie The Big Bang Theory, encontrada por un
algoritmo automático.
Otra perla de la Borgesnomics: en 2019 el premio Nobel fue
otorgado a Esther Duflo, Abhijit Banerjee y Michael Kremer por su énfasis en
apelar a métodos experimentales para enfrentar el problema de la pobreza, tal
como lo hacen los agrónomos o los médicos. Un experimento es una forma de
cotejar qué pasa en situaciones hipotéticas (asignamos fertilizante o no a una
misma parcela). En El Jardín de Senderos que se Bifurcan, Borges
plantea una situación en donde convivimos con nuestros contrafácticos, es
decir, en donde existe una persona que estudió abogacía y la misma que estudió
medicina. Un experimento no es otra cosa que buscar en el laberinto de Borges,
por ejemplo, a una familia que recibió la AUH y exactamente a la misma familia
pero en la circunstancia de no haberlo hecho, lo cual permite una comparación
válida y, en consecuencia, la efectividad de la política.
Borges, Big data y Yo se lee en un par de
tardes. Sirve tanto como una guía tentativa por el mundo borgeano para animar a
quienes nunca se adentraron, como para impulsar a una "relectura" con
otros ojos, algo que en el universo del autor argentino es más importante que
la lectura en sí misma (de hecho, fue un punto de coincidencia en la conversación
con el economista Herbert Simon). Como dice el crítico cultural Daniel Molina
en una suerte de "Paradoja de Borges": "El problema con Borges
es que, para leerlo, hay que haber leído a Borges".
miércoles, diciembre 23, 2020
Felices Fiestas
"Gracias por acompañarnos en este año tan incierto y complejo, que pasen unas Felices Fiestas junto a sus afectos", les desea Rodolfo Salas!!!
martes, diciembre 22, 2020
El teletrabajo genera problemas de productividad y motivación en los empleados
El último informe elaborado por Ricoh y basado en una
encuesta a 632 trabajadores europeos durante la pandemia del coronavirus, se
analizan los cambios en la forma de trabajar a raíz de la pandemia, y se
observa que los problemas tecnológicos derivados del trabajo en remoto han
impactado negativamente sobre la productividad, la motivación y la capacidad
para atender a los clientes de los empleados de las medianas empresas
españolas.
En concreto, la percepción sobre el teletrabajo entre los
profesionales de empresas de entre 250 y 999 empleados está muy polarizada; y
es que aunque un 66% de los encuestados afirma que puede trabajar
fácilmente hasta el punto que el teletrabajo podría convertirse en su
modalidad más habitual de trabajo, otro 65% confiesa que echa de menos
trabajar de forma presencial.
De acuerdo a las conclusiones del estudio, y de las que se
hace eco Up Spain,
empresa especializada en beneficios sociales para empleados, en esta percepción
negativa por parte de un segmento empresarial también puede estar relacionada
con la falta de recursos técnicos y tecnológicos al alcance.
De hecho, en un contexto en el que la continuidad de los
negocios está en juego, un 27% de los empleados no cuenta con la tecnología
adecuada para colaborar con sus compañeros cuando teletrabajan. Además,
el 24% dice no tener las herramientas necesarias para ofrecer resultados a los
clientes mientras trabaja en remoto.
Por otro lado, el estudio pone de relieve otro reto
importante para adaptar de forma adecuada al trabajo en remoto, como el cumplimiento
de las normativas en las organizaciones (Compliance).
A este respecto, el 27% de los empleados declara que
tiene problemas para seguir los reglamentos internos de la empresa cuando
trabaja en remoto, fruto de las limitaciones tecnológicas. Esto podría
acarrear graves consecuencias para las empresas que deban seguir procesos
normativos específicos del sector o requisitos legales de mayor alcance, como
el RGPD.
En materia de seguridad, esta modalidad de
trabajo también puede poner en riesgo los procesos de IT, y eso preocupa mucho
a los trabajadores, que perciben que no reciben toda la ayuda que
necesitan, hasta el punto que un 39% afirma no haber recibido
formación en procesos de seguridad IT durante el confinamiento, lo que
puede suponer un riesgo y mantenernos vulnerables ante posibles ciberataques.
Ante esta problemática, señalan un 30% de los encuestados,
también culpan en parte a la falta de apoyo por parte de sus compañeros
de IT, demasiado ocupados debido al confinamiento repentino de la
organización.
Y como principal consecuencia de estas problemáticas, nos
encontramos en que las frustraciones derivadas de las dificultades con la
tecnología y la incapacidad de colaborar de manera eficaz cuando se teletrabaja están
desmotivando al 31% de los empleados.
Para paliar precisamente este déficit motivacional, las
compañías cuentan con diversas estrategias a su alcance, como diseñar
una buena estrategia de beneficios sociales que incrementen la motivación de
sus plantillas, así como un incremento de la Comunicación Interna y la
Formación para poder capacitar tecnológicamente al conjunto de los
trabajadores.
Un aspecto que también afecta a la conciliación
laboral, ya que el 42% trabaja más horas en comparación a cuando trabaja
presencialmente en la oficina.
domingo, diciembre 20, 2020
El índice de "tostadas con palta sobre metro cuadrado" y la fragilidad de la economía millennial
Si los hombres de 40 buscan chicas de 20 y los de 20
también, ¿quién va a estar interesado en salir conmigo cuando yo tenga
40?", se preguntaba la escritora y periodista Tamara Tenenbaum a los 20
(no hace tanto tiempo: ahora tiene 31). La autora de El fin del
amor (Planeta) siempre sintió curiosidad por la agenda de desafíos de
la adultez, "esta idea tan instalada de que hay un reloj de cuenta
regresiva en el que tenés que hacer todo -conseguir pareja, casarte, tener
hijos - antes de que la sociedad dictamine que ya no sos atractiva",
cuenta a la nación.
En el ámbito del feminismo, sobre el cual viene
investigando, no le cierra el énfasis en "las pibas" o "las
hijas" en el movimiento, por la juventud en sí misma, un subrayado que es
notorio, dice, en la cobertura de los medios que en las marchas privilegian las
fotos de chicas jóvenes lindas pintadas con glitter (brillantina)
verde. ¿Qué queda para el segmento 50? Tenenbaum cuenta que ya tiene dos
grupos de amigas lesbianas, sin hijos, que se compraron en conjunto un campito
chico para pasar allí sus años de vida adulta. Son "lesbiátricos",
los describe.
Pero en el discurso de la "revolución senior" y de
rescate y puesta en protagonismo de la segunda mitad de la vida, a la escritora
hay algo que no le terminaba de cerrar. Como diría Guido Kaczka: "Está
bien, pero no tan bien". El punto principal para justificar este
"ruido" es que los círculos rojos de poder (a todo nivel: político,
empresarial, académico, mediático, financiero, etcétera) son ampliamente dominados
por "X" y "boomers", mayormente hombres blancos por encima
de los 50.
Hay excepciones: diputadas y diputados más jóvenes, u
ocupantes de puestos ejecutivos (el ministro Martín Guzmán, de 38 años, en
Economía, por ejemplo), pero muy por debajo en proporción al tamaño del sector
millennial de la población. Cuando se usa este prisma, mucho de lo que
habitualmente se celebra de la "economía senior" pasa a leerse como
una perpetuación de privilegios generacionales. Por ejemplo, la reciente elección
de Joe Biden en los Estados Unidos, que con 79 años es la persona más adulta en
comenzar un mandato. Biden tiene hoy más edad que Bill Clinton, quien fue
elegido hace 28 años, en un país donde no hay un solo senador sub-40.
"Todos los indicadores de desempleo, pobreza, acceso a
vivienda y otros, hablan de una tremenda fragilidad de la economía de los
millennials, que además son los que menos ayuda reciben en términos fiscales
(no cobran jubilaciones, ni seguro de desempleo, ni asignaciones universales si
no tienen hijos)", plantea. Más de siete de cada diez desempleados son
jóvenes y la pobreza en la Argentina golpea mucho más a los sub-40 que a los
mayores de esa edad.
En la "lotería del ciclo cambiario" argentino,
gran parte de la riqueza de sus habitantes se explica por el hecho de si en su
etapa de éxito profesional "tocó" un período de crecimiento y
apreciación de la moneda local. Por ejemplo, quienes tuvieron capacidad de
ahorro en los 90 llegaron a comprarse su vivienda, algo que hoy suena a una quimera
para la mayor parte de los trabajadores de veintipico o de treinta y pico.
Nada original
Aunque el concepto de "edadismo" suele aplicarse
para describir los prejuicios contra la población adulta, lo cierto es que la
palabra remite a mitos y estigmas sobre cualquier segmento etario. En los
Estados Unidos la escritora millennial Jill Filipovic publicó un libro al
respecto (aún sin traducción: Ok Boomer: Let's Talk: How My Generation
Got Left Behind" (OK Boomer: Hablemos de cómo mi generación fue dejada
atrás). La fórmula "OK Boomer" se popularizó el año pasado en
internet, como una burla hacia los mayores de 50 que hablan de la
"juventud perdida", del poco apego al trabajo, a la idea de formar
una familia, etcétera.
En la Argentina, de acuerdo con un trabajo de la consultora
Trendsity, solo uno de cada cinco jóvenes se siente identificado con las
caracterizaciones habituales en los medios sobre los "millennials"
(mucho menos que el 31% en América Latina). "Los jóvenes quieren trabajos
estables y sienten que la sociedad no confía en ellos ni los valora",
explica Mariela Mociulsky, quien dirigió el estudio.
Filipovic dice que este enfoque prejuicioso no es nuevo, y
que los mayores de 40 y de 60 fueron tratados de la misma forma décadas atrás.
En los 70, el escritor Tom Wolfe publicó un famoso artículo sobre La
Generación Yo, tratando a los jóvenes boomers de entonces como consentidos,
egoístas y perdidos en la vida; una caracterización similar a la que se ve en
la película Generación X, de hace más de 25 años, con Winona Ryder
y Ethan Hawk, en la que se retrata a quienes nacieron entre 1965 y 1980 al
ritmo de "My Sharona".
La simplificación extrema, sigue ahora Tenenbaum, en una
charla para el cierre del ciclo "Proxi 2020" sobre futuro cercano
organizado por el Instituto Baikal, es que los millennials hoy se gastan todo
el sueldo en pedirse en un bar una tostada con palta a $500, que se podrían
hacer en sus casas por mucha menos plata, y por eso no llegan a comprarse un
departamento o tener la comodidad económica para formar una familia.
Pero la realidad es que si un economista construyera un
indicador de "tostadas con palta sobre valor de metro cuadrado", hoy
estamos en un piso histórico: el no acceso a una vivienda o demorar la decisión
de tener hijos está mucho más condicionado por un contexto económico que nadie
eligió que por egoísmo propio. Un dato que habla de la globalidad de este
fenómeno: un millennial afroamericano hoy tiene menos posibilidades de acceder
a una vivienda propia que un joven similar antes del movimiento de los derechos
civiles en los Estados Unidos.
"En todo caso", dice la autora de El fin
del amor, los aspiracionales de quienes hoy tienen entre 20 y 40 años se
empiezan a moldear a partir de las posibilidades que hay alrededor. Algo
parecido a lo que en economía se conoce como la "ley de Say": la
oferta que crea su propia demanda. La mayoría querría un empleo estable y en
blanco (sobre todo, en una época con olas de incertidumbre cada vez más altas),
pero los ideales y aspiracionales de libertad e independencia se nutren de la
escasez de oportunidades formales. Algo similar a lo que ocurre en la
actualidad con la muy de moda "economía de la pasión", que los
críticos reetiquetaron como "economía del rebusque", o del "no
queda otra", o de las "changas cool", con cero estabilidad y
beneficios sociales.
Bajo este prisma, la eventual decisión de irse a cultivar
frutos a Nueva Zelanda (un clisé tan instalado como el de la tostada con palta)
viene muy empujada por un contexto en el cual -según los datos de Trendsity- un
80% de los millennials informan enormes dificultades para obtener un primer
empleo formal.
Tenembaum admite que en esta batalla de subrayado de
prejuicios entre los millennials y "Z" vs. "X" y boomers no
es un juego de suma cero, y que ambos fenómenos pueden convivir. Es cierto que
los círculos rojos están mayormente dominados por 50+, pero aun así esa sigue
siendo una proporción muy menor de la población que no invalida el hecho de que
la mayoría de los adultos mayores sufran prejuicios negativos y discriminación
en distintos mercados (en la Argentina, nueve de cada diez avisos laborales
excluyen expresamente a los 50+).
Como diría Silvio Soldán (por algún motivo, en esta nota se
impone citar a animadores de programas ómnibus de fin de semana: Kaczka,
Soldán; falta Hernán Caire, pero no hay espacio): "Los dos a la
final".
jueves, diciembre 17, 2020
¿Liderando Sin Autoridad?
En la actualidad demasiados directivos siguen apoyándose en
su puesto y en el control presupuestario para realizar su trabajo y pierden
demasiada energía en esfuerzos burocráticos cuando deberían emplearla en
liderar a los demás para conseguir su colaboración en la búsqueda de soluciones
audaces, ya que, con frecuencia, se pueden encontrar muchos profesionales que
sin tener ninguna autoridad formal están esperando su turno.
Un estudio realizado
por Deloitte en 2016 entre profesionales de departamentos de recursos humanos
sugería que el concepto de liderazgo se está redefiniendo radicalmente. La idea
de que las personas se convierten en líderes debido al puesto que ocupan se
está cuestionando y cada vez más se pide a los líderes que sean capaces de
inspirar lealtad en el equipo a través de su experiencia, visión y juicio.
Liderar sin autoridad nunca había sido tan importante y su
necesidad crece diariamente. El grupo de consultoría Gartner, por ejemplo,
predice que en 2028 los algoritmos habrán eliminado tantos puestos intermedios
directivos que el trabajo va a depender casi exclusivamente de redes de equipos
autónomos y de alto desempeño que ofrecerán resultados cruciales. Por tanto,
liderar sin autoridad se va a convertir en el modelo organizacional del siglo
XXI.
El autor propone para liderar sin autoridad seguir una serie
de reglas:
REGLA Nº 1: ¿QUIÉN FORMA PARTE DE TU EQUIPO?
Mindy
Grossman mantiene que: “la posición no define el poder, el impacto
define el poder. El impacto se puede ejercer desde cualquier rol en cualquier
nivel y cuando priorizamos el sacar lo mejor de aquellos que nos rodean el
crecimiento y el éxito son la consecuencia”.
La base de la primera regla de las nuevas normas de
trabajo es que debemos ser conscientes de que por cada objetivo, proyecto o
misión que tengamos somos responsables de liderar a un grupo de personas
que es mayor que los miembros formales de nuestro equipo. La mayor parte de
nosotros experimentamos un sentimiento de lealtad y obligación hacia los
equipos que nos han asignado o a los que pertenecemos. Nos preocupamos de las
personas que los integran, los apoyamos y queremos que crezcan y triunfen. En
la actualidad, al ir evolucionando las organizaciones hacia equipos más
interdisciplinares e interdepartamentales debemos extender ese nivel de
cuidado, preocupación, compromiso y camaradería a todos los nuevos miembros que
puedan integrar estos equipos “cruzados”.
Quizás la característica que mejor define este nuevo mundo
laboral es la de “Interdependencia radical”. La jerarquía arriba- abajo sigue
definiendo los presupuestos pero el trabajo en sí se está realizando, cada vez
más, a través de estas redes cada vez más extensas de relaciones radicalmente
interdependientes. Ningún directivo aislado puede tener la autoridad o recursos
para hacer frente a la avalancha de retos actuales.
Todos debemos considerarnos líderes e innovadores
independientemente del nombre de nuestro puesto de trabajo. Tenemos que
demostrar iniciativa y fomentar una colaboración más profunda para que podemos
contribuir con todas nuestras ideas y talentos.
En cada equipo con el que trabajemos debemos hacer la
siguiente pregunta: ¿Quiénes son las personas clave para ayudar a
conseguir las metas, independientemente de su situación en el organigrama?
Éstas serán las personas que compongan el equipo aunque no estén directamente
bajo nuestro mando.
El autor recomienda seguir las siguientes prácticas para
detectar y organizar este tipo de equipos:
1.- Comenzar por lo más sencillo. Seleccionando un compañero
que respetemos por su experiencia y con quién pensemos que podemos trabajar en
algo importante. Luego centrarnos en localizar potenciales partners y nuevos
miembros del equipo que puedan ayudar a alcanzar resultados positivos con rapidez.
No debemos perder el tiempo en convencer a los que no se sientan atraídos por
el proyecto, ya que es probable que, posteriormente, cuando vayan viendo los
resultados se incorporen al mismo.
En ocasiones, no tendremos elección y tendremos que empezar a
construir nuestro equipo en medio de una crisis, pero la misma urgencia de
la situación nos puede ayudar a establecer los lazos necesarios para una
relación productiva.
2.- Buscar a aquellos que admiramos y de los que queremos
aprender.
3.- Identificar a alguien que pensamos se pueda beneficiar
de nuestra ayuda. Si estamos verdaderamente comprometidos con una misión o
proyecto y detectamos que el desempeño de uno de los miembros del equipo está
interfiriendo en los resultados de éste de forma negativa debemos actuar y
actuar como un coach para ese colaborador. Debemos responsabilizarnos para
facilitar el desarrollo profesional de esa persona para que pueda tener una
influencia positiva en el proyecto.
4.- Enfrentarnos a la persona o al problema que estamos
evitando, recordando las palabras de Ralph Waldo Emerson en su ensayo
“Heroísmo”: “Haz siempre aquello que te dé miedo hacer”.
Podemos pensar que son señales de que existen ciertas
relaciones que tenemos que mejorar.
5.- Sistematizar. Comenzar por elaborar una lista priorizada
de las personas que son más críticas para el proyecto que queremos abordar,
definiendo el resultado específico que esperamos conseguir con cada miembro de
nuestro equipo. También debemos preguntarnos de quién necesitamos apoyo para tener
éxito.
La mayor parte de las relaciones en el trabajo se encuentran
en lo que el autor llama el “estado de coexistencia”. En él las personas
trabajan juntas para hacer sus trabajos pero se mantienen respetuosamente fuera
del camino del otro aunque estén asignados en el mismo
equipo.
Si vemos que no podemos realizar nuestro trabajo
exclusivamente con los recursos y responsabilidades que están bajo nuestro
control normalmente accederemos a otro estado que es el de “colaboración”. Con
frecuencia llegamos a él exclusivamente por necesidad y lo vamos a mantener
solo el tiempo que sea estrictamente necesario, para regresar, posteriormente
al estado de coexistencia.
Cuando la colaboración es demasiado exigente y compleja
tendemos a caer en el “estado de resistencia”, que se manifiesta en una
situación de tensión o de estrés entre nosotros y un miembro del equipo o
compañero. Mientras nos encontramos en este estado de forma pasiva o
conscientemente evitamos el auténtico compromiso colaborador, aunque éste pueda
magnificar nuestras posibilidades de tener éxito.
En las ocasiones en las que no existe afinidad o confianza,
cuando los intentos de colaboración conducen a la frustración la relación se
encuentra en un “estado de resentimiento”. En este estado de ánimo evitamos los
intentos de desarrollar una relación profesional o personal y solo procuramos
colaborar superficialmente.
El último de los estados es el de “co-elevación”. Es en el
que se basan las relaciones transformadoras y es al que debemos aspirar llegar.
Ferrazzi propone que una vez hayamos identificado la
cualidad de nuestras relaciones debemos asignarles un valor utilizando la
escala siguiente:
- 2 Estado de resentimiento
- 1 Estado de resistencia
0 Estado
de coexistencia
+ 1 Estado de colaboración
+ 2 Estado de “co –elevación”
De esta forma si identificamos personas que se encuentran en
la lista de proyectos más prioritarios pero nuestro estado de relación con
ellas es bajo deberemos buscar modos de mejorar la calidad de la misma. Este
enfoque es importante porque nos permite detectar cuáles son las relaciones
principales en los proyectos más prioritarios que necesitan que les dediquemos
una atención más urgente. Cuanto más nos acerquemos a una puntuación media de +
2 mejor lo estaremos haciendo.
La medida de las relaciones utilizando esta metodología no
hace que éstas sean transaccionales sino que lo que muestra es la importancia
que tienen cada una de ellas. Peter Drucker decía que lo que es medido puede
ser gestionado.
El autor como conclusión, en relación con la identificación
de las personas que forman parte de nuestro equipo de acuerdo con las nuevas
normas de trabajo que plantea, manifiesta que.
A).- Regla antigua de trabajo: Nuestro equipo se limita a
aquellos que dependen de nosotros o de nuestro jefe.
Nueva regla de trabajo: Nuestro equipo está
compuesto por todos aquellos, dentro y fuera del trabajo, que sean importantes
para alcanzar mi proyecto o misión.
B).- Regla antigua de trabajo: Las relaciones profesionales
se producen orgánicamente en el tiempo y sin ningún esfuerzo consciente.
Nueva regla de trabajo: las relaciones de
trabajo deben ser proactivas y desarrolladas de forma auténtica con las
personas que forman nuestros equipos.
martes, diciembre 15, 2020
Crisis laboral: solo tienen empleo pleno cuatro de cada 10 trabajadores
La mayor parte del universo de
personas activas está en ocupaciones precarias o informales o en el
desempleo / Fuente: LA NACION - Crédito: Aníbal Greco
La informalidad y la vulnerabilidad en el mercado de trabajo
son problemas de larga data sobre los que no hay debates de fondo; el impacto
es sobre los derechos actuales y sobre el sistema previsional
Ser asalariado y estar debidamente registrado, o hacer
tareas por cuenta propia con continuidad en el tiempo y aportando al sistema de
seguridad social, es una situación minoritaria en la Argentina de, por lo
menos, los últimos diez años. De cada 100 personas que declaran estar
laboralmente activas (es decir, trabajan o buscan trabajo), 43 están en una
condición de "empleo pleno": más allá de ocupar un puesto en relación
de dependencia o de desempeñarse de manera autónoma, son formales, y por ellos
el régimen jubilatorio recibe contribuciones.
¿Y el resto? Según datos recientemente difundidos por el
Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA),
casi 30 de cada 100 personas que integran la fuerza laboral están en situación
de "empleo precario": son asalariados que no tienen descuentos
jubilatorios, o bien cuentapropistas no profesionales que no están registrados,
o bien patrones o empleadores que se mueven por fuera de los límites de la
formalidad.
Otro 14,8% de la población activa, en tanto, está en el
"subempleo inestable", haciendo tareas temporarias por las que
reciben poco dinero, trabajando sin salario, o haciendo tareas como
contraprestación de un plan de empleo. Y un 14,2% del universo de quienes están
laboralmente activos sufre el desempleo; es decir, no tiene ocupación pero la
busca y está disponible para trabajar.
Los datos surgen del relevamiento hecho entre julio y
octubre de este año por la UCA y, si bien la pandemia y la cuarentena
empeoraron el mapa laboral y social de la Argentina, la problemática de las
elevadas tasas de informalidad y precariedad es de larga data. En 2010, el
primer año de la serie del trabajo del mencionado observatorio, la tasa de
empleo pleno era de 43,8%, muy similar a la de 43,6% registrada este año.
En el período, el índice más alto se dio en 2011 (45,1%) y
el más bajo, en 2016 (41,4%). Así, más allá de algunos altibajos, no hubo
cambios sustanciales en una realidad que afecta los derechos actuales de
millones de personas y que desafía el presente y el futuro del régimen
jubilatorio.
Sin que se previeran soluciones de fondo a la problemática
de las personas que llegan y que llegarán a la edad de retiro sin los aportes
requeridos por el sistema, en los últimos tiempos se recurrió al parche de las
moratorias previsionales, que no estuvieron acompañadas por un análisis de
costos y de necesidades de financiamiento. En 2016 se dispuso la vigencia de
una prestación no contributiva, la PUAM que, entre los aspectos que algunos
señalan como cuestiones a corregir, otorga igual nivel de ingreso mensual (el
80% del haber mínimo), sin importar si la persona nunca tuvo aportes o si, en
cambio, sí los tuvo pero no llega a los 30 años exigidos para la jubilación.
Este año se observó, en comparación con 2019 y con los años
previos, una caída de la participación que tienen los subempleados inestables
en el total de personas que conforman la fuerza laboral (de 20,6% a 14,8%), y
un incremento de la tasa de desocupación (de 10,9% a 14,2%). El comportamiento
de esas variables confirma el dato que ya se había conocido por informes del
Indec (referidos al segundo trimestre del año, en el que la cuarentena fue más
estricta), respecto de que las restricciones dispuestas para ejercer
actividades golpearon en forma mucho más fuerte a los hogares más vulnerables.
Es, en rigor, lo que pasa en cada crisis.
Si se mira el segmento de la población de nivel
socioeconómico más bajo, siempre según los datos difundidos por la UCA, se
observa que el empleo pleno solo es una realidad este año para el 7,7% de los
laboralmente activos. Y en este caso sí hubo un deterioro fuerte respecto de
2019, cuando ese índice era de 12,3% (un nivel también, claro está, muy bajo).
En este grupo, el desempleo subió de 15,1% a 25,8% entre 2019 y 2020,
considerando un período (julio a octubre) en el que seguían las restricciones pero
había pasado ya el momento en el que más limitada estuvo la actividad.
Otra manera de observar las diferencias en la dinámica del
mercado laboral que desfavorecen a los más desprotegidos, es a partir de los
datos de la situación de los trabajadores según su condición de
"pobres" o "no pobres". En el primer caso, la desocupación
se incrementó de 17,6% a 28,3%, y el subempleo inestable cayó de 40,8% a 24,6%
de la población activa, entre 2019 y 2020. Ganaron participación quienes tienen
empleo pleno, pero no por un crecimiento de las ocupaciones de calidad, sino
porque los trabajadores formales fueron los menos afectados, mientras que
muchos de los que estaban en tareas precarias dejaron de pertenecer al universo
de personas activas (sobre el cual se calculan esos porcentajes), al pasar a la
inactividad laboral.
Entre los trabajadores no pobres, el desempleo se mantuvo
casi sin cambios, en el 7,4%, y el subempleo inestable cayó de 12,0% a 10,1%.
El índice de desempleo, de todas formas, está impactado por
las particularidades de este año. Al tiempo que hubo una muy fuerte pérdida de
ocupaciones (pérdida temporaria en algunos casos y definitiva en otros),
también ocurrió un incremento de la tasa de personas inactivas, es decir, del
porcentaje de quienes no buscan una ocupación. Y ello, por las limitaciones
para hacer tareas y también para encarar una búsqueda. Según un ejercicio de
simulación hecho por los analistas de la UCA, si no hubiera estado el
"efecto desaliento" entre los trabajadores, la desocupación hubiera
sido cercana al 28,5%.
El relevamiento del que surgen los datos, que reflejan la
complejidad de la problemática social y laboral en la Argentina, incluyó a 5728
hogares de centros urbanos con 80.000 y más habitantes.
domingo, diciembre 13, 2020
El "nuevo oro": personas que se tokenizan y otras criptonovedades
Las criptomonedas ganan espacio y protagonismo / Fuente: LA NACION
En un episodio de Big Bang Theory, la serie que cuenta las
aventuras de un grupo de jóvenes físicos, Sheldon Cooper, el más brillante
(tiene un coeficiente intelectual de 187 y "memoria eidética":
recuerda casi todo con gran nivel de detalle), decide que no puede ocupar
espacio de su valioso cerebro con decisiones triviales, de vida cotidiana. Su
mente debe concentrarse 100% en los grandes problemas de la humanidad.
Entonces, a efectos prácticos, comienza a llevar a todas partes dados de los
que se utilizan en los juegos de rol (de entre cuatro y 20 caras) para tomar
sus "pequeñas decisiones". En un restaurant, con sus amigos,
terminará pidiendo una comida completamente ridícula (cuya numeración en el
menú coincidió con el resultado de los dados), o postergando una ida al baño -a
pesar de que se estaba haciendo encima- porque los dados le dijeron que no
fuera.
La serie fue estrenada en 2007, unos meses antes del
nacimiento de bitcoin, la moneda digital de código abierto, anónima y
descentralizada, que no tiene reguladores ni bancos centrales por detrás. Trece
años más tarde, con la moneda en su récord histórico (cerca de los US$20.000
por unidad, con un 160% de aumento en 2020), se produjo una historia similar a
la de Sheldon Cooper, pero en versión cripto. Alex Masmej, un parisino de 23
años, decidió en mayo "tokenizar" su vida cotidiana. La criptomoneda
$ALEX da por cada unidad un voto sobre decisiones de la vida de Masmej, a
cambio de un 15% de participación en sus ganancias en los próximos tres años.
Por ejemplo, el 17 de junio Masmej le pidió a su base de inversores que
decidieran un nuevo hábito: correr cinco millas por día, despertar a las 6 a.m,
dejar de comer carnes rojas o vivir sólo con bitcoins. Ganó la opción del
running.
"La tokenización de la propia vida es un fenómeno
creciente entre creadores de contenidos online: artistas,
escritores, podcastars y emprendedores en general. Tiene la ventaja de que crea
una audiencia muy alineada con tu éxito personal", cuenta desde París a la nación Masmej, que por estos días estima el valor de su "equity" en
unos 150.000 dólares.
La historia de Masmej tuvo mucha repercusión en los últimos
meses, pero la idea de bitcoinizar o tokenizar trayectorias personales no es,
en rigor, nueva. La aplicación Human Ipo permite "invertir en personas en
las que creés", entre ellos Mike Merrill, que en 2008 se dividió a sí
mismo en 100.000 acciones y las ofreció en un IPO a un dólar cada una.
En el marco de la explosiva "economía de la
pasión" (una evolución de la "economía de la atención"), las
tecnologías descentralizadas y contratos inteligentes sirven para coordinar y
alinear incentivos entre comunidades y creadores de contenidos. El proyecto
"Basic Attention Token", por ejemplo, apela a blockchain,
la tecnología detrás de bitcoin, para remunerar la publicidad digital de manera
más eficiente.
Las "criptopersonas" son algunos de los eventos
más resonantes en un año donde las tecnologías distribuidas produjeron todo
tipo de novedades. Algunas más coloridas, como las mencionadas en los párrafos
anteriores, o como los proyectos para calefaccionar casas en Islandia o en
Siberia con el calor emitido por el minado de bitcoins.
Pero a la par de estos fuegos artificiales hubo avances que
hablan de la madurez de estas inversiones, con la llegada de grandes jugadores
que hasta hace poco eran renuentes a entrar en este territorio. "Creo que
la explosión de teletrabajo y la creación de fuertes comunidades online en
la pandemia crearon un contexto ideal para acelerar las modalidades
cripto", cuenta ahora Manuel Beaudroit, exBitex y actualmente al frente
del proyecto Belo, una billetera digital. Beaudroit estudió biología y es hijo
de un ingeniero electrónico y de una artista, lo que de alguna manera moldeó un
ADN que lo llevó a ser "bitcoinero desde Cemento": la combinación de
nerdaje y "espíritu hippie" que caracterizó al criptomundo, al menos
en su primera etapa más exploratoria.
Belo se inscribe dentro del campo de las "DeFi",
finanzas descentralizadas, que para muchos analistas es "la" gran
tendencia apalancada en blockchain en 2020. "La promesa
inicial del bitcoin, de reemplazar el sistema financiero mundial, fue llevada a
otro camino, el del reemplazo del oro, que ya de por sí no es poca cosa",
explica Beaudroit. Aunque tiene mucha más volatilidad que el oro (tocó un piso
de US$3800 en 2018), el bitcoin vino funcionando como activo de reserva de
valor, "que tiene su escasez garantizada matemáticamente: no se puede
minar un asteroide, como puede suceder con el oro, dice Beaudroit.
Comunidad del anillo
"Hubo un crecimiento exponencial este año de nuevos
usuarios, entrada de jugadores grades, innovación y reducción de la emisión (el
11 de mayo se produjo el "halving" que se da cada cuatro años y
medio, por el cual pasa a disponerse de la mitad de bitcoins para minado), lo
que tiende a explicar la suba de precio de este tipo de activos", dice
Henry Straigman, inversor en blockchain y cripto que pasó
varios años viviendo y trabajando en Singapur, cuarto centro financiero
internacional y país a la vanguardia en este tipo de tecnologías.
Straigman coincide con Beaudroit en que el espacio de las
finanzas descentralizadas (DeFi) es la gran estrella de 2020: su valor aumentó
22 meses desde inicios de año. Se trata de un ecosistema de aplicaciones
descentralizadas, construidas sobre la base de contratos inteligentes, que
permiten ofrecer servicios financieros entre pares. La combinación de distintas
de estas piezas (lo que en la jerga de denomina "Money Legos",
unidades de Lego de dinero) es lo que tiene potencial para desplazar al sistema
bancario tradicional.
Entre los inversores institucionales que se sumaron este año
están Fidelity y DBS de Singapur, entre otros, El 21 de octubre PayPal, el
gigante estadounidense que tiene 92 millones de usuarios, anunció un servicio
de compra y venta de criptoactivos. Las CBDC (monedas digitales de bancos
centrales) vienen más lento: Bahamas y Camboya lanzaron sus primeras versiones
de prueba, pero aún no se animaron países grandes (hay especulaciones con que
el primero podría ser Australia).
Al contrario que otras tecnologías muy capital intensivas,
como la computación cuántica (cada ordenador cuesta decenas de millones de
dólares) o la inteligencia artificial (cada ronda de entrenamiento de GPT-3
vale US$4,5 millones), en el caso de blockchain los avances
dependen más de buenas ideas, regulaciones y capital humano.
"Un 25% de los programadores de Solidity, el lenguaje
que se usa para hacer contratos inteligentes, están en la Argentina",
apunta Beaudroit. El país tiene más de medio millón de usuarios y varios
nombres que son leyendas globales en el criptomundo, como el inversor Wenceslao
Casares o el programador Sergio Lerner, quien en su momento saltó a la fama
porque identificó los bitcoins originales de Satoshi.
"Tal vez por nuestra historia de inestabilidad
económica somos uno de los centros más potentes del mundo en esta tecnología",
dice Beaudroit, al destacar que hay varios nombres locales en lo que él llama
"la comunidad del anillo". Una referencia al mundo de Tolkien y a los
juegos de rol, en los que se usan los dados de varias caras con los que Sheldon
Cooper tomaba sus decisiones.