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Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

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jueves, junio 25, 2015

¿Es seguro el uso de la nube? ¿Cómo confiar en el Cloud Computing?

Como suele pasar con todas las tendencias, con todas las novedades y, sobre todo, con todo aquello que se nos presenta como el remedio para todos los males, lo más sensato es dudar: ¿es real? ¿Qué tengo que hacer a cambio? ¿Demasiado cierto para ser verdad, no?

En efecto, el escepticismo es parte de nosotros y, más allá de saber si dudamos para bien o para mal, lo importante es reparar en que lo único que nos queda es darle respuesta a cada uno de esos interrogantes. Seguro saldrán más dudas, pero tal vez vayamos en el camino correcto y al final del día tendremos los elementos necesarios para tomar mejores decisiones.

Y no sólo en el mundo de los negocios, sino en la vida misma, tomar mejores decisiones siempre nos llevará a mejor puerto. Es por eso que hoy tocamos uno de los temas más sonados en la llamada revolución tecnológica: la nube o el Cloud Computing, ese mundo alternativo, espacio virtual, que supone ser el mejor aliado para tener a salvo toda nuestra información. ¿Toda?

Con la popularización de los servicios de almacenamiento en la nube, la primera (y sensata) duda tiene que ver con la seguridad. La posibilidad de un eventual ataque informático sigue ahí, latente; sin embargo, los distintos proveedores de estas tecnologías de la información han hecho su tarea para solventar esta principal percepción.

Justo en este punto resulta imprescindible tomar una serie de medidas básicas para mitigar los riesgos en la nube, desde usar contraseñas hasta limitar y clasificar información o un sistema de seguridad. Contar con un software configurado a nuestras particulares necesidades es un requisito fundamental para cerrar cualquier brecha al tema de la inseguridad.

Hacia la nube híbrida
Si bien los servicios de nube privada imperan en el sector, no siempre se trata de la mejor solución para todos. En este sentido, es importante diferenciar entre las empresas que contratan una nube y las que la proveen. Esta sutil diferencia puede ser obvia, pero en términos prácticos no lo es tanto.

La consultora Gartner afirma que 2016 será un año crucial en la tendencia del uso de la nube, pues la gran mayoría de las empresas que hoy están alojadas en los servicios privados se mudarán a la nube híbrida, de tal manera que a finales de 2017 más de la mitad ya habrán dado el gran paso.

Su adopción puede ayudar a las organizaciones a superar los desafíos clave en la planificación para implementar un mejor entorno de nube. Contar con una arquitectura integral en la nube permite escalar nuestra información sin importar el proveedor, de tal manera que tanto la seguridad como los demás beneficios estarán prácticamente garantizados.

Hablar de los costos es inevitable, ya que cuando una empresa pone en manos del proveedor la responsabilidad de implementar esta solución, dejará de invertir en equipos de cómputo, capacitación del personal y hasta en el desarrollo de software. Por si fuera poco, los usuarios suelen pagar solamente por los recursos que utilizan.

Aunado a esto, la accesibilidad de los servicios de nubes ahora es más incluyente, pues tanto las pequeñas como las medianas empresas pueden contratar nuevas tecnologías con precios a su alcance. La competitividad, en este sentido, se dará en condiciones más equitativas para todos.

Y aunque podemos seguir hablando de las ventajas de contratar servicios confiables de nube, el tema principal sigue siendo la privacidad, pues el hecho de confiar información sensible a un proveedor sigue creando incertidumbre en muchos sectores.

En este punto, es fundamental poner especial atención en los términos y condiciones de privacidad del proveedor, ya que en la mayoría de los casos suelen ser omitidos. Si a esto le agregamos un software de seguridad adecuado, los riesgos de albergar malware que pueda acceder a nuestra información serán mínimos.

Por último, echar mano de los recursos que están al alcance de nuestras manos nunca estará de más: reforzar nuestras contraseñas con altas, bajas y números; además de no repetirlas para otros servicios, es una buena práctica. Clasificar la información según su importancia nos permite saber qué se guarda en la nube y qué no.

Así pues, la adopción de un servicio de nube siempre se da gradualmente. Sus tipos de aplicación y su infraestructura dependen directamente de las cargas de trabajo de cada empresa. Una vez que se da el paso, tanto el proveedor como nuestra propia inserción nos permitirán saber qué etapa de adopción es la más apropiada para nuestras marcas. 

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